Ficha 6: LA EVOLUCION ECONOMICO-FINANCIERA 1880-1886

 La producción agropecuaria

Recomposición de los stocks

A partir de 1878 las existencias de vacunos se situaron en los niveles considerados normales para el país: unos 8 millones. Para valorarse debidamente la recuperación, hay que recordar que en el año crítico de 1875 el stock no pasaba de 5 millones de cabezas. Los ovinos conocieron mayores fluctuaciones. En 1875 se calculaban en 8 o 9 millones (algo más de la mitad de lo normal). Para 1878 se había llegado a 15 millones y, luego del descenso provocado por la gran sequía del 79, la recuperación permitió estabilidad desde 1883: stock entre 14 y 16 millones.

Progresos de la mestización

La mestización fue posibilitada por el avance del alambramiento, pero se mantuvo muy retrasada con respecto a la Argentina, dato que debe retenerse. La importación de valiosos sementales europeos y argentinos fue práctica corriente entre la élite de la Asociación Rural, institución que a partir de 1887 llevó registros genealógicos, pero la inmensa mayoría de los estancieros del país siguieron apegados al ganado criollo.

En 1883 se realizó la primera Exposición Ganadera Nacional, en Montevideo. La participación de animales de la cabaña del presidente Santos, flamante criador, se ha interpretado como un símbolo de la comunidad de intereses y propósitos entre la élite rural y el gobierno santista.

Presencia de la ganadería en el comercio exterior

El aumento de los stocks vacuno y ovino se reflejó en los cuadros de exportaciones. Vale la pena comparar los periodos de Latorre y Santos. El primero, ya se vio, fue de recuperación: los campos descansaron. El segundo fue de plena producción.

 

 

1877-80

(Promedios anuales)

1881-85

(Promedios anuales)

Cueros vacunos (secos y salados)

1.372.000

1.822.000

Lana

17.683 Tons.

25.077 Tons.

Tasajo

28.054 “

34.952 “

Gorduras Vacunas

10.614 “

16.637 “

 

En 1884, por primera vez, la lana se constituyó en el principal rubro de exportación, desplazando al cuero (27% contra 26.1%). La diferencia se hizo más marcada en lo sucesivo. El tasajo y las gorduras vacunos mantuvieron relativa estabilidad. El conjunto de los rubros referidos seguía siendo más del 90% de nuestras exportaciones.

La crisis de superproducción

Desde 1882 se empezaron a denunciar los síntomas de la super abundancia de ganado; la "plétora de ganado", en el lenguaje de la época. La situación hizo crisis a partir del 85.

"Es cosa averiguada y admitida por todos -se decía en un artículo periodístico de 1885-, que en el país los productos ganaderos han aumentado de tal modo que la demanda apenas si alcanza a la mitad de la oferta, y que este hecho innegable amenaza llevarnos a un desastre inevitable.

Según cálculos de personas prácticas en asuntos ganaderos, el sobrante que ha quedado en el último año de producción ordinaria del ganado vacuno, no baja de 400 mil reses…”

El orden establecido por Latorre en la campaña y la paz política habían eliminado los factores depredadores de la riqueza pecuaria. Paradojalmente, el orden reclamado se convertía ahora en factor principal de una crisis angustiosa.

La demanda no acompañaba la evolución de la producción y el país no sabía "qué hacer con la carne del 25 % de los ganados que producía por año", como afirman Barrán y Nahum. Ni el abasto interno ni la exportación de ganado en pie al Brasil aumentaban en grado suficiente para absorber siquiera una parte más o menos importante de la oferta. Las fábricas de carne conservada y de extracto de carne la Liebig's, principalmente ayudaron a disimular la crisis durante un tiempo, pero también sus mercados eran limitados y su demanda de ganado, por consiguiente, tenía un tope.

El centro crítico del problema residía en el tasajo. Nuestros únicos mercados eran Cuba y Brasil y no había posibilidades reales de incorporar otros. Entre 1873 y 1882, el consumo de tasajo en Cuba disminuyó en un 50% (inestabilidad política, competencia de las carnes conservadas norteamericanas) La reducción del mercado cubano fue compensada, hasta 1884, por el aumento del consumo de tasajo en el Brasil ya que eran saladeros orientales los que cubrían el incremento:: Pero a partir de 1885 los saladeros argentinos aumentaron espectacularmente sus faenas y comenzaron a competir fuertemente en el mercado brasileño, Obturada esta salida del tasajo, la crisis de superproducción en el Uruguay apareció ya sin atenuantes.

Las consecuencias internas

El impacto de la crisis se advirtió en los precios. Los saladeristas impusieron a los estancieros precios más bajos por el ganado, compensando así la baja que el precio del tasajo experimentaba en el mercado brasileño, por la competencia argentina.

Los estancieros progresistas, sobre todo, se encontraron en una situación que los hizo meditar. Esforzándose por aumentar la cantidad y calidad del ganado, hablan elevado considerablemente los costos de producción, y resultaba que la superproducción abatía los precios de venta y tornaba las pérdidas más gravosas justamente por el mayor costo de la producción…

 Resumen con pleno acierto Barrán y Nahum: "El país del alambrado y de la paz política era incompatible con el país del tasajo".

La crisis de superproducción no tendría solución hasta tanto no ocurriera un verdadero cambio en el producto ofrecido (carnes congeladas, etc.) y surgieran nuevos mercados para consumirlo (Europa, esencialmente). Un inteligente productor de la época, Lucas Herrera y Obes, resumía magistralmente el problema:

"La valorización de los campos y de los ganados, representa progreso y aumento de riqueza a condición de reposar sobre bases sólidas; eso quiere decir traer mercados para las carnes, principal producto del ganado, mercados que no solo las consuman en la medida que aumente la producción, sino que puedan pagar precios en relación con el mayor valor que los ganados tomen. Los mercados tasajeros no pueden presentar tales condiciones. Sus consumos los regulan los precios, la reducción de éstos aumenta aquéllos, así como el alza reduce los consumos. Esperar aumentos de unos y otros era una insensatez que desgraciadamente el tiempo y los hechos han comprobado. Se necesitaban nuevos mercados que exigiendo mejores productos los pagasen a mejores precios..."

La baja de los precios

La depresión a nivel mundial (*) significó una baja general de los precios de las materias primas y alimentos. Nuestros productos fueron afectados, desde luego, pero en el decenio 1876-86 esa baja fue compensada por una producción mucho mayor (ver Cuadro Nº 3). La balanza comercial del decenio produjo un superávit de casi 20 millones de pesos.

Una explicación plausible del menor impacto que la baja de precios tuvo sobre el Uruguay (comparando con la crisis que sufrieron otros países del continente) estriba (aparte de la mayor producción), en el tipo de productos: satisfarían dos necesidades básicas: alimento y vestimenta. El Uruguay, si bien era monoproductor desde el momento que el 90% de las exportaciones provenía del ganado, ofrecía varios productos y tenía varios mercados. Doble ventaja que el cuadro siguiente ilustra:

 

1880

1885

 

 

 

Lana

Bélgica 39%

Francia 30%

Bélgica 43,5%

EEUU 27%

Cueros secos

EEUU 80%

EEUU 69%

Cueros salados

Inglaterra 49%

Francia 26%

Inglaterra 49%

Francia 26%

Tasajo

Brasil 72%

Cuba 27%

Brasil 61%

Cuba 8,6%

Gorduras Vacunas

Inglaterra 68%

Francia 18%

Inglaterra 48%

Francia 18%

 

Resumiendo: la mayor producción ganadera encontró una demanda mundial con topes insalvables, dada la calidad de nuestra oferta. La baja de precios fue compensada por la mayor producción y paliada por una doble ventaja que el país tenía: variedad de productos -dentro de carriles monoproductores- y variedad de mercados de consumo. Globalmente, la crisis ponía al descubierto las limitaciones de un país con producción todavía muy "primitiva" y muy sujeto a la demanda externa.

La agricultura

En el decenio 1876-86, la agricultura conservó el papel netamente secundario que tradicionalmente ha cumplido en nuestra estructura eco- nómica. Las tierras aplicadas al cultivo oscilaron año a año, pero sin sobrepasar las 600.000 cuadras, que es bien poco.

Los agricultores fueron beneficiados por el orden impuesto por Latorre y mantenido por Santos, pero teniendo en cuenta que las tierras agrícolas habían sido las menos afectadas por el desorden de la campaña por ser las más vecinas a Montevideo, aquel factor no implicó un cambio decisivo, Más importante fue el progresivo alambramiento de las estancias linderas a las chacras de Canelones. Desde 1880, sobre todo, hubo una buena defensa contra los resultados desastrosos de la invasión de ganados. La ley de franquicias aduaneras de 1875 permitió una relativa tecnificación de las labores agrícolas, porque los arados de acero y las trilladoras (los dos rubros más importantes) ingresaron libres de derechos. Pero en 1879 y 1880 la ley aduanera fue modificada, estableciéndose el pago de derechos de importación sobre la maquinaria agrícola, entre el 5 y el 25%. Fue un freno que, unido a otros, desalentó la incipiente tecnificación.

Factor muy negativo para la evolución de la agricultura fue la consolidación del minifundio, paralela a la consolidación del latifundio en tierras ganaderas. El minifundio imposibilitaba las inversiones importantes, que proporcionalmente resultaban carísimas, y la utilización de maquinaria con provecho.

Los costos de producción eran muy elevados, principalmente comparados con los costos de la agricultura argentina contemporánea, y la productividad muy baja. El mercado interno, reservado a los agricultores nacionales por la ley de aduanas proteccionista, estaba dominado por intermediarios voraces. El mercado externo tenía escasa posibilidad de desarrollo, limitándose al Brasil, donde se colocaban harinas (en Rio Grande del Sur, principalmente).

La agricultura siguió siendo un trabajo "e gringos", como se decía despectivamente. No debe llamar a engaño el hecho de que los miembros de la élite rural y los gobernantes cantaran loas a la agricultura. En definitiva, se la encaraba como una solución para el grave problema social -que amenazaba devenir en problema político-, constituido por la masa de desalojados por el alambrado, Fundar colonias agrícolas fue una de las obsesiones de la época, motor de múltiples proyectos. El fracaso de casi todas fue la mejor demostración de la artificialidad del intento.

Los agricultores siguieron formando un sector social de bajos ingresos, muchas veces tocando con la miseria. No constituían un grupo de presión eficaz y estaban sometidos a decisiones que no controlaban.

El proteccionismo y la Ley General de Aduanas

La crisis mundial iniciada en 1873 promovió el renacimiento del proteccionismo, expresado básicamente en leyes aduaneras. Desde 1875 el Uruguay dio también esa obvia respuesta a la crisis. Decía Francisco Bauzá en 1876, en su "Ensayo sobre la formación de una clase media":

"Si la Europa nos cerrase sus puertas pereceríamos de necesidad a pesar de la falsa cuenta que llevamos de nuestras riquezas, de nuestra sabiduría y de lo que siempre estamos meditando hacer..." "Tenemos millares de leguas baldías que se prestan a todos los cultivos y sin embargo compramos trigo a Chile y papas a Francia. Tenemos millones de novillos y de ovejas y la Europa nos envía el cuero curtido para nuestros zapatos y los paños para nuestros trajes...”

La ley de 1875 fue complementada con nuevas disposiciones. En 1886, la Ley General de Aduanas resumió la tendencia proteccionista del periodo. Impuso a los productos importados un derecho general del 30.5 %, aplicando recargos diferenciados según la índole de la mercadería.

El decenio mostró un incipiente proceso de sustitución de importaciones. Comestibles, bebidas, artículos de tienda y mercería, manufactura del cuero, fueron los rubros más afectados. Simultáneamente, la diversificación de cultivos agrícolas permitió limitar otros ítems gravosos. El proceso alentó entonces el surgimiento de una modestísima industria nacional. Consecuencia lógica, empezaron a delinearse dos nuevos grupos en el ámbito económico-social: los industriales (antes limitados casi exclusivamente a saladeristas y molineros), que se agruparon desde 1879 en la Liga Industrial, y un proletariado que ya en 1885 protagonizó movimientos huelguísticos. La opinión y las aspiraciones de la Liga Industrial quedan bien puntualizadas en estos párrafos:

"El comercio productivo de una nación, no es, no, el que se dedica exclusivamente a inundarnos de mercaderías de todas clases, buenas y malas, que en muchos casos no precisamos, y que no lleva más norte que ganar comisiones, sin fijarse para nada en las necesidades del país". La República Oriental, depende pues, casi exclusivamente de los mercados del exterior. De ahí su estado de atraso... "Esto no sucederá cuando logre independizarse por completo, es decir, cuando la industria nacional protegida por los gobiernos se arraigue...”

El presupuesto del Estado

Bajo Latorre los ejercicios anuales cerraron con superávit de alrededor de un millón de pesos, produciéndose un corte con la seria crisis financiera de 1879. Fue, como vimos, una época de ahorro, necesaria para recomponer unas finanzas maltrechas por la crisis del 75. Cambió la situación bajo Santos. La afirmación de la producción, el incremento del movimiento comercial e industrial, el consumo y las inversiones en ascenso, determinaron que los presupuestos crecieran, al igual que las rentas para cubrirlos, Pero en la práctica los desequilibrios presupuestales fueron enormes:

Ejercicio

Déficit

1882

3.000.000

1883-84

1.166.000

1884-85

2.000.000

1885-86

12.000.000

 

Algunos investigadores explican y justifican estos déficits, basados en que fue una época de expansión y crecimiento económico. Es verdad que un déficit presupuestal no implica necesariamente una nota negativa. Pero la reiteración y agravamiento del fenómeno, así como la abundante documentación de la época, avalan más bien la acusación gasto suntuario y dádivas a los hombres de la situación.

 Resulta muy sugestiva la política de protección al sector ganadero, dentro de este cuadro de penuria presupuestal. Dejemos la palabra a José L. Terra, Ministro de Hacienda de Santos, quien en 1885 expresó: "El Poder Ejecutivo [...] es el primero en reconocer la necesidad, en los momentos actuales, de conceder protección a la industria ganadera [...]. Es así que poco más de año y medio hace, que pidió a la Asamblea la exoneración de derechos para nuestras carnes, cualesquiera que fuesen las formas de conservación en que se exportasen; después pidió la rebaja de dos por ciento en los derechos con que eran gravadas las lanas del país; recientemente ha pedido la rebaja de dos por ciento con que se gravan los cueros que se exportan; y ahora mismo pide a la Asamblea la rebaja de aforo de precio del ganado..”.

El problema de la Deuda Pública (*)

Latorre había dado tranquilidad a los tenedores de deuda interna y externa, por más que en 1877 dificultades financieras obligaron al gobierno a suspender transitoriamente el servicio de la misma. A fines de 1879 la deuda consolidada ascendía a 30 millones de pesos y todavía había 9 millones sujetos a arreglo entre gobierno y tenedores. Agravándose el panorama, fue reconocida la Deuda Francesa por concepto de subsidios (2 millones) y se incorporó a la danza la garantía al ferrocarril inglés (un millón anual).

El monto de la Deuda siguió subiendo durante las administraciones de Vidal y Santos por el reconocimiento de viejos créditos y la contratación de nuevos empréstitos. Es obvio que detrás de este movimiento había un numeroso contingente de interesados. La Bolsa de Comercio era su templo. El juego consistía en provocar la baja de la cotización de los títulos, adquiriéndolos a precio conveniente, y luego renegociar con el Estado una nueva conversión, fijando un servicio de deuda apetecible.

Hasta 1883, con todo, los principales acreedores del Estado uruguayo estaban radicados en el país. Dentro de lo relativo era una ventaja. Pero en ese año se procedió a la conversión de la deuda interna en deuda externa. Los acreedores estaban ahora en la City de Londres La operación fue un negociado escandaloso en perjuicio del país. Dice Julio C. Rodríguez: "...los papeles que al nacer 1882 se hallaban entre 20 y 35, fueron convertidos (luego de una acelerada alza de los valores) en mayo de 1883 en una escala que iba del 75 al 100% de su valor nominal. Fue seguramente la más grande y mejor organizada operación de bolsa que haya realizado jamás un grupo alcista en el país"

El traslado del centro de gravedad de la Deuda a Londres significaba, resulta claro, una mayor dependencia del Uruguay. Facilitaba, y la historia posterior lo demostró, la afluencia de nuevos empréstitos (para pagar los anteriores) que recortaban aún más la soberanía del país.”

 

 MENDEZ VIVES, E. El Uruguay de la Modernización 1876-1904. Historia Uruguaya Tomo 5.

Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 1980. Págs. 22-29

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