Ficha 2-1:La era liberal

 (introducción modernización: )


En las últimas décadas del siglo XIX, en América Latina se crearon las condiciones para una profunda transformación política, económica, social y cultural que no sólo dio pruebas de la integración a los grandes procesos de Modernización incitados en Europa por la Revolución Industrial y por los progresos del constitucionalismo liberal, sino que también profundizó las brechas entre las diferentes vías nacionales transitadas por cada país. En líneas generales, la transformación consistió en el inicio de un largo período durante el cual se consolidaron las estructuras de los estados-nación y se atenuó el caudillismo; se produjo el boom de la economía de exportación de materias primas hacia los mercados europeos; los ferrocarriles comenzaron a surcar los inmensos espacios latinoamericanos, favoreciendo la movilidad territorial y social; y millones de inmigrantes europeos llegaron a las costas latinoamericanas revolucionando la composición demográfica de algunos países. En los regímenes liberales que se establecieron en varios países se produjo una momentánea tregua en la antigua disputa entre las ideologías irreconciliables de liberales y conservadores. Sin embargo, los efectos de la agitada modernización promovida por esos mismos regímenes no tardaron en generar reacciones que los pusieron en crisis.

El nacimiento del estado moderno

Tanto si se prefiere colocar el acento sobre los factores sociales y económicos o bien enfatizar los de carácter más ideológico o cultural, todo hace pensar que los elementos que habían causado inestabilidad política y estancación económica en las primeras décadas posteriores a la independencia comenzaron a atenuarse en la segunda mitad de la centuria y, en algunos casos, directamente desaparecieron hacia fines de siglo. Este fue el preludio de las profundas conmociones que atravesaron todo el período comprendido entre la década de 1870 y la Primera Guerra Mundial, porque allí donde la economía se hallaba en un estado de estancación se inició un largo período de crecimiento, y donde dominaban los caudillos comenzó a ganar vigencia la estabilidad, y a surgir y consolidarse las modernas estructuras del estado-nación. ¿Qué ocurrió exactamente y cómo se desarrollaron estos procesos?

Antes de dar respuesta a estas preguntas clave, resulta necesario realizar una advertencia: si ya antes las vías transitadas por cada uno de los nuevos estados latinoamericanos se habían ido separando, en las décadas a caballo entre los siglos XIX Y XX se apartaron con una velocidad aún mayor a medida que toda la región ingresó en un radical proceso de modernización, del cual ningún país quedó excluido. Dicho proceso tuvo, sin embargo, intensidades tan diversas de un lugar a otro que, pocos decenios después de su inicio, las distancias entre los distintos hijos de los imperios ibéricos se tornaron abismales, tanto en términos de crecimiento y desarrollo económicos como de consolidación política, de riqueza y dinamismo culturales. Así, algunos países quedaron a la cabeza -la Argentina el primero de todos, y México, Brasil y Chile inmediatamente después- y muchos otros, en especial en el área andina (incluidos Colombia y Venezuela) y en América Central, quedaron por detrás, presos aún de la violencia y el caudillismo. ¿Qué ocurrió, entonces? En términos generales, por primera vez los gobiernos se vieron en situación de imponer la ley sobre el territorio nacional entero o sobre buena parte de este, al menos en los países más ricos y poderosos, los cuales pudieron garantizar la unidad política, es decir, unificar la soberanía y obligar a la obediencia tanto a caudillos como a territorios rebeldes. En este sentido, por primera vez en América Latina cobraron forma estados modernos, con las funciones que les son típicas, empezando por el ejercicio del monopolio legal de la violencia, que adquirieron imponiéndose a los ejércitos privados y locales, o a través de la profesionalización de los ejércitos nacionales con el auxilio de las misiones militares alemanas y francesas. A ello siguió la creación de una administración fiscal, judicial y escolar nacional, premisas necesarias para recaudar impuestos, impartir justicia, formar ciudadanos y construir la nación a través de las escuelas. Las constituciones se volvieron entonces más duraderas y eficaces, y el horizonte de la acción pública se amplió de un modo antes impensable, gracias también al boom de la prensa y de los ferrocarriles, que reducían las distancias entre lugares, personas y costumbres. En este sentido, lo que ocurrió en América Latina no fue tan distinto de lo que tuvo lugar en el resto de Occidente, aunque con sus peculiaridades. No obstante, la pregunta que se impone es por qué empezó a producirse en esos años aquello que antes había sido imposible ... En principio, tanto la Revolución Industrial europea como la revolución tecnológica instalaron las condiciones para que América Latina se integrara a la economía mundial pronto y a fondo, con lo cual el comercio y las inversiones aumentaron, y con ellos, los ingresos de los estados, que contaron con los recursos para consolidar su propia autoridad. En segundo término -aunque no menos importante-, tuvo lugar un implícito compromiso entre liberales y conservadores (y sus respectivas concesiones políticas y sociales) basado en el común interés por el orden social, la estabilidad política y el progreso económico. Así, entre los grandes sueños liberales de transformación social y el viejo orden corporativo finalmente se alcanzó un pacto.


ZANATTA; Loris. Historia de América Latina. De la colonia al siglo XXI. Buenos Aires, Siglo


Comentarios

Entradas populares de este blog

Ficha 13: Efectos de la crisis de 1929 en el Uruguay

Ficha 3: América Latina en la segunda mitad del siglo XIX

Ficha 7: El Uruguay del 900